Anterior Siguiente
D15.7.5. REFLEXION Y ANALISIS
Las condiciones de vida de un trabajador extranjero son duras. Tiene que adaptarse a un país que no es el suyo, con una cultura diferente, unas costumbres diferentes. Deja sus familia y sus amigos para enfrentarse a un mundo nuevo. Muchos han vivido en un pueblo donde todos se conocían y ahora llega a una ciudad donde nadie le conoce. Muchas veces ni conoce el idioma: no puede comunicarse.

Si a eso se añade la inseguridad derivada de que las leyes no amparen su residencia la situación es más angustiosa. Si se pone enfermo, ¿dónde irá?

La cuestión es más grave cuando socialmente se es rechazado. Cuando temes una agresión física o moral, cuando nadie te respeta. Los efectos psicológicos de todas estas circunstancias son devastadores. Constituyen un tratamiento inhumano y degradante que va sumiendo a esta persona en la marginalidad.

Curiosamente, sus problemas son, en gran medida, similares a los nuestros. Todos tenemos problemas para encontrar un trabajo, para comprar una vivienda. Si a él le pueden agredir, a nosotros también. Si a él le defraudan en el trabajo, a nosotros nos puede pasar lo mismo. El es un trabajador que quiere vivir con su familia en paz, igual que casi todos nosotros. Es mucho más grande lo que nos une que lo que nos separa. Si se pone enfermo, tendrá que ir al médico. Sus hijos tendrán que ir a una escuela.

Si es igual a nosotros en muchas cosas, en otras es diferente. Su cultura, su experiencia de la vida nos puede aportar mucho. El conoce otros lugares, otros países donde también viven los hombres.

Los trabajadores inmigrantes sufren una discriminación de hecho y de derecho que perjudica a los trabajadores españoles. Aquellos que están en situación legal no tienen los mismos derechos laborales que los españoles. En muchas ocasiones no hay cotización a la seguridad social. Si un extranjero pierde su trabajo pierde su permiso de residencia si no encuentra un nuevo empleo y, habitualmente, no hay una persona (su padre, un familiar) que se pueda hacer cargo de su manutención. A esto hay que añadir el choque con una nueva cultura a la que se tiene que adaptar. Las dificultades de adaptación son enormes para personas que no conocen nuestra lengua, que no comparten nuestras creencias y estilo de vida, que comienzan a vivir en una ciudad cuando ellos siempre han vivido en un pueblo donde todos se conocen.

Esta situación se agrava para los que se encuentran en situación de ilegalidad, donde la arbitrariedad y la explotación en las condiciones de trabajo se incrementa.

Estos trabajadores ilegales, preocupados por permanecer en España, no formulan pretensiones económicas y laborales. Su nivel reivindicativo es nulo y, por tanto, no pueden salir de la marginalidad. Así, son trabajadores que interesan a los empresarios. Ya sabemos que los salarios bajos hacen a las empresas más competitivas.

Anterior Siguiente