Los
jóvenes de H.I.J.O.S.
descargaron toda su bronca contra Saá.
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Con un Escrache fue
repudiada la conducta del ex represor
Saa |
Por Silvina Scifo
Cuando Juan Pablo
Saá llegue a su casa de Perito Moreno
2.847, de Godoy Cruz, encontrará repartidos
por la cuadra carteles que lo denuncian
como “un genocida suelto”. Y todo el frente
de su vivienda salpicado con manchas rojas
de pintura que connotan sangre derramada.
En pocos días, seguramente, podrá pintar
las paredes de blanco, pero deberá darle
varias manos para que no se noten los
rastros. “No olvidamos, no perdonamos;
si no hay Justicia, hay escrache”, exclamaron
los manifestantes.
Pero Saá no estuvo en su domicilio mientras
se realizó la manifestación promovida
por la agrupación H.I.J.O.S. y otros organismos de derechos humanos.
Horas antes, junto a su mujer, dejó la
casa para no estar presente durante el
escrache. Seguramente, se resguardó en
algún otro sitio y vio los hechos por
televisión.
Sin embargo, los vecinos, que se enteraron
por los medios de lo que iba a suceder,
no quisieron dar más datos que el de su
alejamiento del domicilio. “Estas
son nuestras victorias”, dijeron los miembros
de H.I.J.O.S.. A esto se le suma la decisión del juez
federal Luis Leiva de rechazar el pedido
de amparo interpuesto por Saá ante su
juzgado. El ex militar pedía custodia
policial para él y para su propiedad.
Mientras, en Mendoza la respuesta no fue
la misma. Si bien Saá no lo solicitó,
la guardia policial estuvo igual.
Los unos y los otros
Dos cosas conmocionaron a la comunidad
que participó del hecho. Por un lado,
la indignación por el operativo que montó
la Policía de Mendoza al tratar de proteger
al extremo la propiedad del ex represor.
Por el otro, el emocionante e impotente
discurso de una integrante de Madres de
Plaza de Mayo, María Domínguez.
Según indicó el director de Seguridad,
Mario Campos, la policía “actuó de oficio”
para otorgar “una custodia legítima”.
De esa manera, participaron alrededor
de 30 policías: un grupo de combate de
12, 8 portando escudos y bastón y el resto
efectivos. Los bomberos de la provincia
también prestaron servicios. Sin embargo,
no hubo oportunidad de reprimir y los
efectivos se limitaron a mirar desde algunos
metros, ya que la manifestación fue pacífica.
Pero eso no aplacó a los manifestantes.
Así, las palabras de Domínguez, a quien
le mataron su hijo, Walter Domínguez,
y a su nuera embarazada de 6 meses, Gladys
Castro, se hicieron escuchar.
“Este asesino es el responsable de la
mayoría de las muertes de los chicos mendocinos.
No tuvo el reparo de robarse a niños como
mi nieta”, dijo acongojada. Y agregó:
“Tiene que morir en la cárcel, pero no
en la cárcel de lujo como en la que estuvo”.
Desde H.I.J.O.S., el mensaje fue el mismo que sostienen
desde que se agruparon. “Esta
persona se da el gusto de aparecer en
los medios y en las audiencias de los
Juicios por la Verdad diciendo que no
hubo desaparecidos ni 141 detenciones
en Mendoza. Por lo tanto, es necesario
esto, que es una condena social, un acto
de protesta, de repudio, para que la gente
sepa que aquí vive un torturador, un genocida
que estuvo a cargo de la represión en
Mendoza. Y que estuvo en su decisión,
la vida y la muerte de muchas personas”,
fueron las palabras del miembro de H.I.J.O.S. Ernesto Espeche.
También dijeron que es normal en ellos
-los escrachados- esconderse de las denuncias
públicas que H.I.J.O.S.
hace, pero que “igual lo van a ir a buscar
cada vez que haga falta. Para que haya
memoria, aunque siempre se esconda, disfrazado
de traje y de gris”.
Este es el segundo escrache que se realiza
en la provincia. El primero se hizo frente
a la casa del ex represor Santiago Cruciani,
el 30 de agosto de 2000. |
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