C2.2.1. DESDE LA REALIDAD
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En Irán, están en vigor las penas de amputaciones,
azotes o crucifixión, ejecutadas en público por la policía
judicial tras procesos sumarísimos (y por cierto, con amplia asistencia
de espectadores). Desde hace unos años funciona con singular destreza
y pulcritud un nuevo instrumento judicial; se trata de una pequeña
guillotina eléctrica que es capaz de cortar en décimas de
segundo dedos, manos y pies de personas condenadas por robo.
Por lo general, las penas de amputaciones se imponen por robo, por
daño criminal deliberado, o (lo que es muchísimo peor) por
ser enemigo de Dios o corrupto en la tierra (delitos claramente tipificados
en el código penal islámico).
En el caso de robo, suelen amputarse los dedos de la mano derecha (todos
excepto el pulgar), y en caso de reincidencia, el pie izquierdo.
El 25 de febrero de 1986 cuatro personas fueron condenadas por robo
en Siraz. Se les amputaron públicamente los cuatro dedos de la mano
derecha. Tres meses más tarde, la misma escena se repitió
en un parque público en Teherán ante centenares de personas.
El jefe de la policía judicial fue claro: "los viajeros llevarán
la noticia a otras ciudades".
En cuanto a la pena de azotes, ésta puede imponerse por múltiples
delitos, entre otros, huir de la cárcel, cometer adulterio, sodomía
o lesbianismo, beber alcohol, prescindir del velo la mujer, participar
en juegos de azar, besarse una pareja (en público o en privado)
sin estar casados, y otros delitos no menos subversivos. Algunos de ellos,
como este último, pueden ser castigados hasta con noventa azotes.
Las penas se ejecutan en público, muchas veces con el reo totalmente
desnudo. Las consecuencias son imprevisibles: hematomas que tardan en curar
varios meses, cicatrices, lesiones internas de órganos, y (no es
infrecuente) abortos provocados a mujeres embarazadas tras recibir los
azotes.
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"Siendo las 2,30 horas del 28 de mayo de 1977, se presentaron en
tres autos violentando la puerta de casa, apuntando con ametralladora a
todos los presentes y obligándolos a colocarse boca abajo. Sacaron
por la fuerza a mi hermana. El esposo, porque se movió recibió
un culatazo en la espalda... Un testigo del hecho informó posteriormente
a su familia, que había observado a la hora citada vehículos
pertenecientes al Ejército Argentino en las adyacencias de su domicilio...
Días antes al hecho comentado, personal de la Policía de
Tucumán efectuaba averiguaciones a vecinos, indagando por el comportamiento
de la secuestrada... Juan Sandoval, dice que a él lo secuestraron
el mismo día que a María Isabel, lo llevaron al Arsenal Miguel
de Azcuénaga y pudo ver que allí se encontraba María
Isabel, que estaba identificada con el número 55... También
Sandoval les dijo que María Isabel estaba embarazada..."(1).