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C1.8.5. REFLEXION Y ANALISIS

Las posibilidades que han abierto la genética y la ingeniería genética en el campo de la biología y de la medicina son inmensas. Ellas comprenden desde la producción de vacunas hasta la curación de enfermedades que hasta hace poco eran mortales. Sin embargo, algunas de estas múltiples potencialidades científicas pueden ser una amenaza para los Derechos Humanos fundamentales. Tres de ellas son: el diagnóstico prenatal, la terapia genética prenatal y el diagnóstico genético.

 

  1. ) Diagnóstico prenatal y Derechos Humanos:

  2. La técnicas genéticas permiten determinar el sexo del nuevo individuo a partir de fases muy tempranas del desarrollo intrauterino. Pero, además, estas técnicas sirven también para diagnosticar enfermedades y condiciones hereditarias contenidas en la herencia genética del nuevo ser, tales como la hemofilia, el daltonismo (ceguera a los colores), el síndrome de Down, anencefalia, enfermedades metabólicas, etc.
    El problema es que la determinación precoz del sexo fetal puede llevar a la interrupción del embarazo en razón del sexo, una causa aparentemente insuficiente para abortar. Además, como se ha visto en China, e igualmente en países del entorno cultural euroamericano, la interrupción del embarazo se produce con mayor frecuencia cuando el nuevo individuo es hembra, lo que importa una clara discriminación en contra del sexo femenino. Otro punto problemático es que la detección de enfermedades y condiciones hereditarias muchas veces lleva a la interrupción del embarazo por presiones sociales y del propio sistema sanitario, más que por que la enfermedad o condición sea incompatible con una vida digna para la nueva persona y sus padres. Este sería el caso del daltonismo o el del proopio el síndrome de Down. Finalmente, existe para los Derechos Humanos otra amenaza más por parte del diagnóstico prenatal: que las técnicas de diagnóstico genético implican un riesgo para la integridad física del feto, puesto que muchas veces le provocan lesiones severas e irreversibles.
  3. ) Terapia genética prenatal, eugenesia y Derechos Humanos:

  4. El diagnóstico genético puede detectar condiciones y enfermedades hereditarias, como se ha dicho más arriba; pero sus posibilidades -y sus posibles amenazas para los Derechos Humanos- no terminan allí. La ingeniería genética puede modificar la información genética contenida en algunas células corporales, encontrándose entre tal información modificable la relativa a enfermedades genéticas. Así, se puede manipular la carga genética de las células que por defecto genético no producen una determinada sustancia necesaria para el organismo (enzimas, proteínas, hormonas), para que comiencen a producirla. Esto es la llamada terapia genética y, aunque esto debería matizarse mucho, no constituye en principio una amenaza para los derechos fundamentales, ya que se trata de una intervención médica más para curar una enfermedad y, como tal, es lícita.
    Lo problemático es que las técnicas de ingeniería genética pueden también utilizarse no ya con el fin de curar una enfermedad, sino con el fin de "mejorar la raza" (eugenesia), produciendo individuos más inteligentes, más altos, más resistentes, etc. Este tipo de prácticas significaría utilizar a los individuos como simples medios para alcanzar los fines de quien manipulase su carga genética; así, habría sujetos diseñados para ser más productivos, mejores atletas o soldados más fuertes, dependiendo de los designios del manipulador. Se obtendrían así seres humanos sin identidad y sin libertad. Además, serían individuos cuya integridad física estaría irreversiblemente quebrantada, al haber intervenido sobre su cuerpo, modificándolo, sin su consentimiento y sin la obtención de beneficio clínico alguno.
  5. ) Diagnóstico genético en niños y adultos y Derechos Humanos:

  6. El diagnóstico genético puede ser una técnica médica útil para detectar enfermedades cuyo origen está genéticamente determinado. Como herramienta diagnóstica de una enfermedad manifiesta, no ofrece objeciones desde el punto de vista de los Derechos Humanos. Sin embargo, el diagnóstico genético puede hoy detectar predisposiciones genéticas para enfermedades mucho antes de que el individuo realmente las padezca. Esto ocurre ya con enfermedades como la corea de Hungtinton (enfermedad neurológica) o la distrofia muscular de Duchene. Y en un futuro no muy lejano podrán detectarse predisposiciones para un amplio catálogo de enfermedades, tales como el cáncer, las enfermedades del corazón o padecimientos psiquiátricos.
    El diagnóstico genético también permite descubrir la posibilidad de que una pareja cuyos miembros son sanos transmita, sin embargo, enfermedades hereditarias a sus hijos. El hecho de que luego las enfermedades se desarrollen, o que los hijos realmente hereden la enfermedad o no, dependerá de otros múltiples factores ambientales e individuales. Sin embargo, aquellas personas que poseen la predisposición genética para la enfermedad, o para engendrar hijos que la padezcan, pueden sufrir discriminaciones por estas causas. Así, ya en algunos países se les niega el acceso a los puestos de trabajo. Lo mismo puede ocurrir con las becas y ayudas para la educación o los seguros de asistencia sanitaria. Igualmente, a las parejas que podrían tener hijos con trastornos hereditarios se les aconseja que no los tengan, o se les niega el acceso a seguros de salud que amparen a los futuros hijos. Es claro, pues, que el diagnóstico genético puede convertirse en un arma de discriminación y de intrusión en la vida familiar, violatoria de los derechos fundamentales.
    La reflexión y el análisis sobre los problemas de Derechos Humanos ante el diagnóstico genético y la ingeniería genética pueden concluirse centrándonos en tres puntos: su posible colisión con otros derechos, en el desconocimiento del papel natural de las condiciones genéticas y en la "geneticalización" de la salud.
    Los derechos relacionados con la genética pueden a veces entrar en conflicto con otros derechos, tales como el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. Así, cabe cuestionarse si el conocimiento precoz del sexo del nuevo ser o la detección en él de la existencia de una condición que lo podría hacer eventualmente transmitir una enfermedad genética a su futura descendencia pueden ser vistos como motivos suficientes como para interrumpir el embarazo.
    También hay que reflexionar sobre las presiones sociales que el conocimiento de la condición genética del feto puede desencadenar sobre la mujer gestante, empujándola a abortar aún en contra de sus deseos más íntimos. Estas presiones suelen consistir en la tendencia a "culpabilizar" y a estigmatizar como "malas madres" a aquellas mujeres que tienen hijos con enfermedades genéticas. Otras veces las presiones son más directas, y consisten en el recorte de los beneficios asistenciales para los niños con enfermedades genéticas.
    Otro punto para detenerse a pensar es el relativo al papel biológico frente a la naturaleza de los que denominamos "enfermedades genéticas". Ha podido demostrarse que muchas veces tales "enfermedades", son en realidad verdaderas defensas de la especie en su equilibrio con la naturaleza. Tal es el caso de una forma de anemia (la drepanocitosis), que en realidad viene a constituir una protección natural contra la enfermedad del paludismo. La reflexión debe girar en torno al hecho de que es fácil detectar una "anomalía" genética, pero es muy difícil llegar a evaluar su verdadero papel en el marco más amplio de la naturaleza en su conjunto.
    Una última reflexión debe hacerse en cuanto a la "geneticalización" de la medicina y de la salud pública. Si las enfermedades comienzan a ser vistas como fenómenos fundamentalmente genéticos, se puede dar la espalda al hecho de que la salud y la enfermedad humanas, aun cuando tengan un componente genético, dependen realmente en su desarrollo de factores ambientales y de los estilos de vida que promueve la estructura de la sociedad. Al "geneticalizar" la salud se corre el riesgo de descuidar las políticas de salud poblacional, fundadas en el medio ambiente y en la estructura social.
    Igualmente se corre el riesgo de que, al considerarse la enfermedad como un fenómeno evitable mediante el diagnóstico y la ingeniería genética hecha a tiempo, se debilite la solidaridad social hacia quienes padecen enfermedades relacionadas con una condición genética.

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