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B. Concepto

La desaparición forzada de personas es un delito que atenta contra un conjunto de derechos: a la vida, a la libertad, a la seguridad e integridad personal, a la justicia y proceso legal, a la libertad de opinión, expresión e información, a los derechos laborales y políticos con la consiguiente restricción de actividades religiosas y de Organismos defensores de los Derechos Humanos (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, OEA, 1979).

A todo ese conjunto de derecho violados, cabe añadir en el caso de los niños, secuestrados con sus padres o nacidos en cautiverio y luego entregados "en adopción" a familias de sus secuestradores o cómplices, el derecho a la identidad y a la vida familiar. Actualmente se aboga para que sea considerado un crimen contra la humanidad, análogo también por su carácter masivo al genocidio.

A este crimen se lo denominada desaparición "forzada" para distinguirlo de otros dos modos de desaparición de una persona, la "voluntaria",-por ejemplo, por un viaje-, y la "natural" por la muerte por causas naturales.

Esta práctica fue el instrumento represivo, utilizado en América Latina, preferido de la doctrina de la seguridad nacional, cuyos antecedentes nos remontan al Consejo de Seguridad Nacional (1947) creado en EEUU de la posguerra. Esta doctrina fue el núcleo del adoctrinamiento impartido a oficiales de los ejércitos latinoamericanos, en la US Army School of the Americas (Forth Gulick, Panamá) y en US Special Warfare Center & School (Forth Wragg, North Carolina), después de que fracasara en 1965 su propuesta de una fuerza militar panamericana. Su objetivo es crear una frontera ideológica y militar en defensa del "occidente cristiano", es decir el modelo económico que enriquece al Norte empobreciendo al Sur. Esta ideología fue asimilada y desarrollada entre otros por Gobery Couto e Silva en Geopolítica do Brasil (Río de Janeiro, 1967).

Con la desaparición forzada de una persona, generalmente un líder sindical o estudiantil disidente con el régimen totalitario, lo que se pretende es generar en la sociedad un vacío de propuestas que pasa a llenarse de terror. Nadie sabe a dónde se llevan al desaparecido, tampoco se puede identificar a quienes lo secuestraron, porque actúan encapuchados y haciendo gala de impunidad y de gran capacidad operativa. Tampoco se puede preguntar ante organismos oficiales, porque se recibe como respuesta que tales averiguaciones pueden ser perjudiciales para el desaparecido o para su familia y allegados.

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