Origen y evolución histórica
El derecho a la cultura tiene una doble origen teniendo en cuenta su
doble dimensión: individual y colectiva.
A nivel individual fue reivindicado como una forma de expresión
e información libres, no condicionada por poderes estatales o ideológicos
despóticos. En tal sentido podemos remontarnos al origen mismo de
los Derechos Humanos, la lucha de un Galileo, Miguel Servet y otros contra
la inquisición o, más recientemente a la reacción
de artistas, científicos y escritores contra la censura.
A nivel colectivo, quizá el antecedente más próximo
a la Declaración Universal lo constituya la reivindicación
de la cultura semita frente al avasallamiento del de había sido
objeto durante el nacional socialismo. Sin embargo, su expresión
más decisiva es paralela a las luchas de los pueblos colonizados
del Africa durante la década de los años sesenta por su autodeterminación.
Un evidente acicate para el reconocimiento y garantía de los
derechos culturales ha sido la creación de la UNESCO, Organización
de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura. En
particular es preciso considerar su actuación en países en
vía del desarrollo.