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C2.2.5. REFLEXION Y ANALISIS

La discusión conceptual en torno a la distinción entre tortura y trato inhumano o degradante es muchas veces estéril. La que hemos venido sosteniendo entre tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes no tiene mayor razón de ser que la pura y simple aclaración de términos. No creo que el mayor grado de sufrimiento producido pueda hacer tan diferentes los contenidos de desvalor que merecen ambas conductas. Tan inhumano, cruel o degradante es que un policía aplique descargas eléctricas en los genitales a un detenido, como que se crucifique durante tres días a un condenado o que un cónyuge pegue continuas y repetidas palizas al otro. En cualquier caso, decir que unos casos son más graves que otros no puede llevarnos a afirmar que unos son más justificables que otros. Es posible que unos sean más soportables que otros, pero en ningún caso pueden admitirse o pasar por alto. Ni los unos ni los otros.

Por otra parte, definir qué es lo que sea un trato inhumano, cruel o degradante puede parecer en algunos casos una cuestión difícil. No hay que engañarse: lo es en todos.

En este caso, al propio relativismo de los conceptos, se unen las prácticas sociales de diferentes culturas en diferentes momentos históricos. La esclavitud por ejemplo, en sus comienzos no fue en absoluto una pena inhumana o degradante, sino más bien una humanización de las práctica bélicas. O por ejemplo, el que el marido pegue a su mujer, nos parece ahora a la gran mayoría de hombres y mujeres un trato cruel, inhumano y degradante; sin embargo, hace unos años esto lo pensaban pocas personas, generalmente mujeres, aunque no siempre y no todas.

En cualquier caso,el derecho a la vida no supone tan sólo el derecho a una existencia biológica, sino algo mucho más exigente: el derecho a una existencia placentera, tranquila y disfrutable; es decir, el derecho a una integridad física y moral. Podremos perdernos en definiciones de lo que es, ha sido y será cruel, lo que se considera humano o inhumano, pero lo que sí debemos tener claro es que cualquiera que sean las definiciones de todos esos términos, lo único que buscamos es que el ordenamiento social nos permita llevar una existencia pacífica o, como decía Hans Kelsen, que nos permita prosperar en la búsqueda de la verdad.

Para terminar, habría que hacerse una pregunta:

¿A quién envilecen más los tratos inhumanos o degradantes: al ofensor o a la víctima?.

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