C1.1.1. DESDE LA REALIDAD
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Mujeres y niños albaneses armados con garrotes, pistolas
y armas de fabricación casera, se unieron el jueves en Lushnje -al
sur de Tirana- a miles de desesperados que asaltaban almacenes de alimentos,
mientras los disturbios se extendían por todo el país a tres
semanas de las elecciones"(1).
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En la actualidad 800 millones de personas en todo el mundo padecen
hambre. Ello repercute especialmente en la infancia, pues de los 180 millones
de niños que hay en el Tercer Mundo, uno de cada tres registra un
peso inferior al normal, suponiendo un grave peligro para su desarrollo
e incluso para su vida.
De los 800 millones de personas hambrientas, el 60 por ciento vive
en Asia, aunque la situación del Africa subsahariana es más
grave. Allí aproximadamente una cuarta parte de la población
- unos cien millones de personas- no consume comida suficiente para poder
llevar una vida laboral activa.
Ya en los años 1983 y 1984 el fantasma del hambre se cobró
en el continente africano un millón de vidas humanas, especialmente
sudaneses y etíopes(2).
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Tendremos que dejar morir de hambre a nuestros hijos para
pagar la deuda?"
Esta pregunta tan directa fue formulada por el expresidente de Tanzania,
Julius Nyerere, e ilustra la directa relación que existe entre la
problemática económica de los países y el futuro de
los niños en el Tercer Mundo.
Por supuesto que no significa que los 14 millones de niños menores
de cinco años que mueren cada año deban su suerte exclusivamente
a la deuda externa; existen otros problemas económicos, sociales
y culturales que coadyuvan para ese sacrificio, y que provocan el marco
de desnutrición y carencias de todo tipo en que viven otros millones
de niños.
De todos esos problemas, sin duda, la pobreza es el más grave,
pero no solamente la pobreza material de países y habitantes, sino
también la pobreza mental de muchos dirigentes. El ex dictador filipino
Ferdinando Marcos, por ejemplo, en los últimos años de su
régimen gastó cinco veces más en la construcción
de cuatro sofisticados hospitales que en los cuidados elementales de salud
para toda la población. Actitudes como ésta se ven en otros
países del Tercer Mundo, donde se gasta el 90% del presupuesto de
salud para beneficiar al 14% de la población(3).
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En el año 1990 murieron en el mundo aproximadamente 51 millones
de personas. Más de una tercera parte de ellas murieron innecesariamente,
por falta de los elementos básicos indispensables para una vida
sana. La FAO estima que más de 500 millones de personas sufren desnutrición
crónica. La mayor parte viven en las zonas rurales del mundo en
desarrollo. El día Mundial de la Alimentación de 1990, más
de 150 países pidieron que se adoptaran medidas eficaces en el mundo
entero para acabar con el triple azote de la pobreza, el hambre y la malnutrición,
conservando, al mismo tiempo, los preciosos recursos de la tierra para
generaciones futuras.