El reconocimiento de la igualdad -especialmente la igualdad frente a la Ley- la encontramos formalmente por primera vez positivizada en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica del 4 de julio de 1776:
...Sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables.
La Constitución de la República española de 1931, en su artículo 25 hace una referencia a la no discriminación por razones económicas. Señala el mencionado artículo:
no podrán ser fundamento de privilegio jurídico; la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas.