DESDE LA REALIDAD
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"En Chiapas, región eminentemente agrícola, se ha defendido
el latifundismo bajo razones de productividad. La rapacidad de los ganaderos
y de los terratenientes que socavaron las tierras y las selvas de las comunidades
indígenas tenía que estallar por algún lado. Los indios
van a la cárcel o han de pagar multas por cortar árboles
para calentarse o hacer sus casa, mientras que las empresas multinacionales
madereras arrasan hectáreas de selva. (...) El comité del
EZLN explicaba en San Cristóbal: `No hay justicia. Tenemos hambre,
el Gobierno no nos soluciona nada y cuando negociamos con ellos luego vienen
y nos desalojan. Mucha gente sin tierra, hay miles de solicitudes
en la Secretaría de Reforma Agraria y no les dan solución"(1).
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"En 1712 grupos de indígenas tzeltales se levantaron en armas contra
los abusivos tributos que imponían la Iglesia y las autoridades
de la metrópoli...
Entre 1911 y 1914, en pleno período revolucionario un líder
indígena llamado Jacinto Pérez Pajarito organizó una
revuelta contra las autoridades de Tuxtla Gutiérrez, la capital
del Estado de Chiapas, que fue también aplastada por el ejército.
Un batallón especial, llamado los Hijos de Tuxtla, castigó
a los insurrectos con el llamado desorejamiento, es decir, les cortaron
las orejas con machetes a todos los rebeldes para que sirviera de escarmiento.
Son apenas dos ejemplos tomados entre los 200 intentos de los indígenas,
según los expertos, por sacudirse la opresión económica
y social con una feroz lucha por la posesión de la tierra como eterno
telón de fondo.
"Los historiadores de estas sublevaciones" cuenta el antropólogo
español Pedto Pitarch, que estudia desde hace años las culturas
indígenas de Chiapas, "ha sido transmitida oralmente de padres a
hijos durante muchas generaciones. De hecho, los zapatistas han realizado
ahora el mismo recorrido y han planteado los mismos métodos de lucha
que los sublevados de 1712..."(2).