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PREAMBULO

La lucha contra la injusticia quizá sea tan antigua como el hombre mismo, documentos de muy diferentes culturas, se refieren a sanciones que se aplicaban a conductas consideradas injustas o indignas, según el núcleo de valores que identificaba a cada pueblo.

Otra prueba, podemos encontrarla no tanto en la antropología cultural, como en la filosófica: porque al mismo tiempo que percibimos lo que acontece, valoramos si las acciones propias y ajenas se adecuan a unos cánones mínimos de convivencia. Y no sólo nos contentamos con conocer la realidad, sino que intentamos modificarla de acuerdo a determinados valores.

En los albores de la humanidad, antes que las diferentes religiones se estructuraran como tales, los mitos y cosmogonías propusieron cánones de conducta. Luego, en occidente -por el esfuerzo griego de pasar de los mithos al logos- se dieron algunas escuelas filosóficas que formularon pautas éticas de conducta, desde Sócrates y los sofistas hasta los estoicos y cínicos.

En la actualidad, cuando la ciencia y la tecnología junto a ciertas ventajas ha generado problemas planetarios (desequilibrio ecológico, armamentismo...) si bien persisten algunas de tales orientaciones religiosas y filosóficas, la diversidad de credos e ideologías hace necesario formular algunos criterios de conducta intersubjetiva, que asumiendo el pasado, haga más justo el presente, en función de un futuro más humano.

Como veremos al momento de definir a los derechos humanos, éstos son algo que le es debido a los hombres y a los pueblos por la eminente dignidad humana (expresión de valores tales como la libertad, la igualdad y la solidaridad), que tiende a ser reconocido en legislaciones internacionales y nacionales.

Tales legislaciones, no son fruto de graciosas concesiones de quienes en cada momento histórico detentaron o ejercieron el poder político-económico (incluso ideológico), en diferentes culturas; sino que, por el contrario, son verdaderas conquistas del poder social de hombres, mujeres y pueblos que supieron organizarse frente a aquel otro poder que se resistía a reconocerlos.

Por ello, nos parece necesario comenzar planteándonos el tema del poder, como el contexto teórico e histórico en el que surgen los derechos humanos. Continuaremos planteando el problema de la definición, los caracteres y la fundamentación de estos derechos que sintetizan exigencias éticas, jurídicas y políticas. Luego veremos si sólo los individuos pueden considerarse sujetos o titulares de los mismos, o si también algunos colectivos, e incluso los pueblos.

En cuanto a los objetos, nos plantearemos cuáles son aquellos bienes (vida, libertad, igualdad...) que pretenden proteger estos derechos. Veremos cuáles son sus límites en circunstancias normales y excepcionales, cuál ha sido su evolución y cuál su posible futuro.

Y, finalmente, antes de abocarnos a un análisis pormenorizado de cada derecho humano en concreto, presentaremos un detallado espectro de garantías jurídicas y extrajurídicas que pretenden que los derechos no se queden en mera retórica diplomática, sino que se traduzcan en hechos cotidianos. Y esto lo hacemos no sólo con el afán de informar sobre hechos cuya evolución parezca no involucrarnos, sino sobre todo para despertar o afianzar una conciencia respecto al presente y futuro de la humanidad, que de alguna manera depende de nosotros. Es decir, no sólo presentamos algo para conocer, sino que queremos presentar algo que decir y que hacer.

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